lunes, 11 de abril de 2011


Bonampak


La historia del descubrimiento de Bonampak está revestida con los mismos visos de magia y tragedia que caracterizaron las excavaciones de los templos egipcios en el siglo XIX. El pacifista suizo Carlos H. Frey en 1941 decide internarse a la selva lacandona, donde convive con los lacandones, quienes deciden mostrarle la ciudad sagrada de sus ancestros. En 1946 lleva al investigador norteamericano Giles C. Healy, quien fue el primero en descubrir y fotografiar los extraordinarios frescos en el interior de uno de los templos.
Las pinturas de Bonampak datan del siglo VIII d.c., de acuerdo con las inscripciones jeroglíficas halladas allí, entonces representan un "espejo aproximado" de lo que sucedió en esa zona maya durante el período clásico.

Bonampak resulta más interesante si se tiene en cuenta que son las pinturas más representativas sobre las costumbres de la época. La pintura de Bonampak es la que más se acerca a la idea occidental de fresco o mural.
Los grupos de personajes, la composición general, el realismo buscado en muchos detalles y aún la colocación de las escenas dentro de un marco real de cielo, indican un avance extraordinario en la composición de un fresco.
Las figuras están tratadas en forma sencilla y dibujadas magistralmente con gran soltura, en contraste con los adornos y los accesorios llenos de detalles y de colores.
Los murales están realizados sobre un aplanado de cal y los pigmentos son de origen mineral: Los rojos y rosados se componían de óxido de hierro; el amarillo se extraía de la limonita o el ocre; el negro del carbön, el café del asfalto, y el azul es una mezcla de tintura de añil y un tipo de arcilla.

Hay algunas partes de los murales dañadas irremediablemente por el tiempo. También hay quienes ponen en duda la claridad de los murales, pero los expertos dicen que en calidad es buena, tomando en cuenta sus 12 siglos de antigüedad.

Hay una hipótesis sobre los temas de los murales de Bonampak, se trata de la glorificación de un príncipe vencedor en su combate.
La opinión del antropólogo Saustelle es la siguiente: "Bonampak es como una enciclopedia pictórica de una ciudad maya del siglo VII. La ciudad vuelve a vivir de nuevo, con sus ceremonias y sus procesiones, sus dignatarios ergidos y solemnes, cargados con sus pesados adornos emplumados, sus guerreros vistiendo pieles de jaguar. Las escenas vivídas o violentas se exhiben de lado a lado con las representaciones graciosas y familiares de la vida diaria. Un completo corte seccional de la sociedad: mujeres, niños, sirvientes, músicos, jefes guerreros, prisioneros moribundos y danzantes enmascarados es lo que esos pintores lograron representar en estos muros, perdidos hoy en las profundidades de una de las selvas más impenetrables del continente..."
El Templo de las Pinturas, Bonampak tiene otra valiosa joya: Una inmensa estela con un personaje tallado en bajo relieve de mano maestra. Tatiana Prokovriakoff ha descrito esa estela como uno de los más grandes y más finos monumentos que llegaron a erigir los mayas.
En el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México existe una copia fiel de los murales y de los edificios que los contienen.

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